FALSA ÉTICA
Es sabido por todos que cada uno duerme con sus fantasmas y sus demonios como buenamente quiere y puede. Es algo tan personal que de nada vale estandartes y buenas prácticas de cabezas ajenas. El problema viene cuando intentas vender a la gente el bien que haces y la bondad que sueltas por los poros cuando simplemente es un lavado de cara frente a la galería. Eso es algo que el uso de las redes sociales está llevando a límites más que desagradables.
Parece ser que las lecciones de moralidad están a la orden del día. “¿Cómo puedes dormir si no compartes las fotos de los bombardeos en Gaza con veinte niños moribundos? ¿Cómo es posible que tengas la conciencia tranquila viendo un partido de fútbol mientras Israel bombardea Palestina? ¿No tienes sangre en las venas?
Aprende de mí, que comparto cada penalidad que veo porque me sobra empatía para sentir como mía la pena del otro, pero claro está, siempre que la pena se encuentre al otro lado de la pantalla. Si el que lo pasa mal lo tengo al lado, que patalee”. Realmente no culpo a nadie, son los frutos de la educación católica que hemos recibido: llorar en las homilías, y olvidarlo todo conforme pones los pies en la calle. Es el cinismo que llevamos mamando durante 20 siglos; no va a desaparecer de un día para otro.
Niños muriendo, animales mutilados, padres desesperados…cualquier cosa es buena si quieres callar tu conciencia haciendo uso de las redes sociales.
Deberíamos dejar de engañarnos, no es la manera de conseguir ningún tipo de concienciación social; quien crea que publicando este tipo de cosas consigue algo más que alimentar la morbosidad de la gente, me temo que anda un poco despistado.
Pero lo dicho, cada cual que haga con sus fantasmas lo que quiera.
Por suerte, en esto de las redes, puedes elegir a quién ver y a quién no.