ME VISITÓ MI HIJA.
Hoy llegó mi hija amada. ¡Oh, qué alegría tan grande!
Al oir su hermosa voz, mi corazón viejo late;
vino a calmar la ansiedad y tristeza que me abaten;
Tú la trajiste con bien, ¡Dios mío, como no alabarte!
Tú permitiste el regreso, vino solo a visitarme;
volverá a irse de nuevo, ya no hay nada que la ataje,
a continuar el futuro que ella trata de forjarse.
Le pido a ti, Dios Eterno, que la bendiga y la guarde.
Que sea prosperada en todo, salud y vida abundante;
que nada le haga daño y ande siempre hacia adelante;
su alma se regocije, cada día que se levante,
y le dé gracias a Dios, Nuestro Dios fuerte y gigante.
Quiero aconsejarte hija, por si algún día he faltarte;
para que seas un ejemplo de virtud en todas partes.
Escucha bien hija mía, quiero, como padre, hablarte,
y decirte aquellas cosas que hagan de ti alguien grande:
Jamás te olvides de DIOS, abrázalo y no desmayes;
vendrán pruebas, hija mía, pero en ÉL eres triunfante;
eres más que vencedora, ¡jamás del Creador te apartes!
Con risas recogerás, si con lágrimas sembraste.
Sigue volando muy alto, como águila, sin cansarte;
volando alto no hay tormenta, ni problema que te opaque;
y asi podrás ayudar, a quienes las fuerzas falte;
contigo está El Dios Eterno, y Él prometió ayudarte.
Pronto tú retornarás al lugar donde volaste;
lleva tu corazón lleno del amor de este tu padre,
que aunque con imperfecciones, te llevo a todas partes,
en el corazón y en los labios, ¡Jamás dejo de nombrarte!
Dios bendiga a mis hijos, a todos en igual parte;
cada uno en el camino, que le ha tocado labrarse;
forjando su porvenir con mucha fuerza y coraje;
en tus manos están, Dios mio, tú los bendiga y los guarde.
AUTOR: CARLOS ALBERTO VELAZCO