Dicen los que saben, que las Hadas también lloran,
aunque no lo hacen como los humanos.
El llanto de las Hadas no se pierde en los pañuelos,
ni se evapora en el aire. Cuando lloran de alegría,
sus lágrimas se convierten en diminutas cuentas
de colores brillantes y que las hadas hacen con ellas
pequeñas joyas: Collares, pendientes y colgantes
con los que adornarse y que siempre llevan puestos
para recordar el motivo feliz que las provocó.
Pero si su llanto es de dolor, es distinto su destino.
Cuando los antiguos espíritus del bosque oyen
a las Hadas llorar de pena, desde el mismo corazón
de la tierra hacen brotar un árbol frondoso, azul
y luminoso como el cristal y cada lágrima de hada
se transforma en una hoja nueva prendida
a sus ramas que crecen y crecen.
Todas las hadas han vertido muchas lágrimas
por los niños que nunca las conocerán porque
cortaron el camino de su vida el hambre, el frío o el
terror.
Y saben que el Árbol nunca dejará de crecer,
que nunca cesará la violencia ni la injusticia.
Pero se consuelan teniendo un lugar tan especial
donde guardar su pena, porque un árbol crece hacia
las alturas y la luz: Hacia donde la paz siempre
es posible.♥