3 Razones por las que Jesús murió en la cruz.
Autor: José René Berríos
1. Murió por amor: La misión de Jesús aquí en la tierra fue motivada por el amor sin igual que siente por cada uno de nosotros, aún si no merecernos ese amor. El no entregó su vida en contra de su voluntad, no estuvo obligado a hacerlo, pero aún así te amo tanto que entregó su vida por ti y por mi. Juan 10:17-18: El Padre me ama, porque sacrifico mi vida para poder tomarla de nuevo. Nadie puede quitarme la vida sino que yo la entrego voluntariamente en sacrificio. Pues tengo la autoridad para entregarla cuando quiera y también para volver a tomarla. Esto es lo que ordenó mi Padre.
2. Murió para perdonar nuestros pecados: Para que todo el que crea en él no se pierda. Dios entregó a su hijo para que muriera en beneficio tuyo y mio. Nuestro padre celestial no deseaba que nadie se perdiera y por nosotros mismos no podíamos alcanzar ese perdón de pecados, así que Jesús fue ese sacrificio perfecto para perdón de nuestros pecados. Hebreos 9:15: Pues Cristo murió para librarlos del castigo por los pecados que habían cometido bajo ese primer pacto.
3. Murió para darnos vida eterna: Para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.Todos sabemos que en algún momento nos llegará la hora de morir, nuestro tiempo aquí en la tierra es temporero, eso es ley de vida. ¿Pero que sucede después de la muerte? ¿Termina todo ahí? La respuesta es no, no todo termina ahí, al contrario, en ese momento comienza una vida que es eterna, y sólo hay dos lugares a donde podremos ir, o al paraíso con Dios o lamentablemente al infierno donde todos es castigo y sufrimiento.
Dios envió a su hijo para que ninguno de nosotros se perdiera, El desea que tu y yo pasemos una vida eterna junto a El y su hijo Jesús. En el cielo no hay sufrimientos, ya no hay dolor, no enfermedades, no hay nada que nos agobie. En una vida eterna junto a Dios solo hay paz, amor, gozo, y no hay palabras suficientes para describirlo ya que la misma Biblia nos dice que Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado, lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman (1 Cor 1:9).