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Autor Tema: DISCURSO DEL PRESIDENTE DE EL SALVADOR_UNGA79  (Leído 4 veces)

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DISCURSO DEL PRESIDENTE DE EL SALVADOR_UNGA79
« on: 24 de Septiembre de 2024, 10:22:26 pm »
DISCURSO DEL PRESIDENTE DE EL SALVADOR_UNGA79
Sr. presidente de la Asamblea General, excelentísimos jefes de Estado y de Gobierno, honorables miembros de las delegaciones que nos acompañan en este día, señoras y señores.


Cuando vine por primera vez a la Asamblea General de las Naciones Unidas el 2019, sé que muchos no conocían El Salvador o ni siquiera habían oído hablar de El Salvador, o si lo conocían solo tenían malas referencias, o el país más violento del mundo o el país de las maras. Otros no sabían ni donde quedaba el país en el mapa. Pero gracias a Dios eso ha cambiado significativamente, y en muy poco tiempo.

Cinco años después de aquel primer discurso vengo acá como presidente de un país que ahora tiene voz en el mundo. En mis discursos anteriores ante esta Asamblea General les hablé sobre la búsqueda de nuestra verdadera independencia. Por décadas estuvimos encadenados por las consecuencias de una guerra civil importada, y luego por una falsa paz que dejó más muertos que la propia guerra. También les hablé de la importancia de recordar que la primera responsabilidad de un gobierno es con su propio pueblo, así como la trascendencia de tomar nuestro propio destino en nuestras manos.

Fuimos ingenuos en pensar que otros países nos salvarían, o que otras naciones nos regalarían nuestra libertad por simple bondad. Tuvimos que entenderlo para luego tener la valentía de romper nuestras cadenas nosotros mismos y reclamar nuestro derecho legítimo a ser libres. En los últimos cinco años El Salvador renació, devolvimos las calles de nuestro país a nuestra gente y establecimos una floreciente industria turística, siendo sede de eventos internacionales de surf, de deportes, de entretenimiento...

Le dimos a miles de salvadoreños que huyeron de las guerras y de la pobreza un país al cual regresar. Hicimos de nuestra nación, que fue una vez la capital mundial de los homicidios, el país más seguro de todo el hemisferio occidental. Fue el desafío más grande que nuestra nación ha superado. Y aunque todavía nos queda un camino muy largo que recorrer, y muchas cosas por lograr estamos al alcance de la verdadera independencia y en el camino a la libertad plena. La transformación de El Salvador no tiene comparación y nuestro éxito es innegable, cualquiera puede visitar El Salvador y comprobarlo por sí mismo.

Los salvadoreños, independientemente por quienes hayan votado, el pueblo o la ciudad donde hayan nacido, de lo poco o mucho que hayan tenido, de si están dentro o fuera de nuestras fronteras, se han unido para trabajar y apoyar cada una de nuestras decisiones, cada una de las decisiones que le permiten a El Salvador ser el país donde la gente puede vivir tranquila y feliz. Donde las aspiraciones espirituales más allá de las materiales trasciendan a todos.

Hoy el mundo mira el ejemplo de El Salvador y se pregunta; cómo puede una nación levantarse en tan poco tiempo? Pero tal vez esa no sea la pregunta que deberían hacerse, tal vez deberían estarse haciendo otra pregunta. Cómo es que el mundo está cayendo tan rápido? Dicen que El Salvador nada contra la corriente, porque mientras El Salvador se volvió más seguro, el mundo se volvió más inseguro. Mientras el pueblo salvadoreño se volvió más optimista, la mayoría de la gente en el mundo moderno se vuelve cada vez más pesimista.
Y si, tienen razón, el mundo se ha vuelto dividido, deprimido, preocupado, hostil y sin esperanza. Y lo ha hecho a una velocidad sin precedentes. Hoy el mundo libre ya no es libre. Esto no es una exageración, trágicamente vemos pruebas innegables de esta decadencia todos los días. Las nuevas amenazas de guerras continúan.

Cuando el mundo libre se volvió libre, fue gracias a sus principios de libertad de expresión, igualdad ante la ley, unidad y respeto por la propiedad privada. Pero una vez una nación abandona sus principios que la hacen libre, es solo cuestión de tiempo para que pierda su libertad por completo. Las consecuencias se están desarrollando ante nuestros propios ojos, las podemos ver, en algunas ciudades del llamado primer mundo las tiendas necesitan asegurar sus productos detrás de puertas de vidrio con llave, para evitar robos, y no hablo ni siquiera de productos caros, sino de cosas sencillas como una barra de chocolate o una rasuradora. En otras ciudades, las calles ya no pertenecen a la gente, sino que han caído en manos de la indigencia, de las pandillas, del crimen organizado y de las drogas.

No podes reclamar el título de mundo libre si ni siquiera tu gente es libre para caminar por las calles sin temor a ser acosada, robada o asesinada. También estamos siendo testigos en tiempo real de la erosión de la libertad de expresión.
Hace apenas una década, occidente era el bastión de la libertad de expresión, y ahora es hermoniado (Hermón) por quienes solían denunciar. Las plataformas más grandes de redes sociales en el mundo fueron obligadas a censurar a sus usuarios a petición de sus gobiernos. Ciudadanos de países occidentales han sido arrestados por compartir publicaciones en redes sociales. Los partidos gobernantes han intentado prohibir a su oposición política. Esta no son acusaciones ni teorías de conspiración, son hechos comprobables y ampliamente documentados.

No se puede ganar el respeto del pueblo sin respetar al pueblo. Esto ni siquiera comenzó hace poco, pero lo notamos más, porque en los últimos años se ha acelerado. Y esa aceleración significa que estamos acercándonos a un tenebroso punto de inflexión. Estamos ante una nueva era oscura de la humanidad. Como salvadoreños reconocemos estos síntomas de la decadencia cuando los vemos porque hemos pasado por todos ellos. Vivimos las etapas de la caída de nuestra nación una por una, y estamos viendo esas mismas etapas una vez más, pero esta vez a escala global.

No podemos, ni deseamos decirle a otros países lo que tienen que hacer, cada país debe tomar sus propias decisiones y hacer lo que sea mejor para su gente. Solo podemos ofrecer una palabra de advertencia de un amigo que ha pasado por una época oscura y ha librado la batalla de su vida para salir de ella. No podemos cambiar el curso del mundo, El Salvador es un país demasiado pequeño, somos de hecho el país más pequeños de todo el Continente Americano. Esto es mucho más grande que nosotros, y de hecho es más grande que cualquier nación. No podemos prevenir los tiempos oscuros que se avecinan, pero lo que sí podemos hacer es convertirnos en un pequeño refugio ante la tormenta que se aproxima y mantener la esperanza.

En El Salvador no encarcelamos a nuestra oposición no censuramos opiniones, no confiscamos bienes de quienes piensan diferente, no arrestamos a las personas por expresar sus ideas. En El Salvador tu libertad de expresión así como tu propiedad privada siempre estarán protegidas. En El Salvador priorizamos la seguridad de los ciudadanos honestos sobre la comodidad de los criminales. Algunos dicen que hemos encarcelado miles, pero la realidad es que hemos liberado a millones.

Ahora son los buenos los que viven libres, sin miedo, con sus libertades y derechos humanos totalmente respetados. Queremos que nuestra gente prospere, por eso fomentamos la innovación y alentamos las nuevas ideas. Entendemos que se necesita un espacio seguro y libre para que los conceptos florezcan. Las visiones deben investigarse, probarse y experimentarse, no deben ser sofocadas por regulaciones anticuadas o por el miedo al cambio.

En El Salvador encontrarán un espacio para perseguir sus ambiciones, ya sea en el campo de la tecnología, las finanzas, la energía, la medicina, las artes, la cultura, la música o la arquitectura. Hace unos años El Salvador solía ser uno de los lugares más oscuros de todo el planeta, pero en poco tiempo nuestra nación renació, porque nos recordamos a nosotros mismos que la libertad se toma, no se da ni se regala. Y como todo en la vida que vale la pena tener, necesita cuidado y mantenimiento. Hoy El Salvador es un país seguro para el progreso y la innovación, pero también para la familia y para la búsqueda de nuestros propósitos individuales.

En el nuevo El Salvador todos tienen cabida ofrecemos este espacio seguro principalmente para nuestra gente, pero también para quienes desean compartir y contribuir a nuestra visión. No será fácil, de hecho, el paso siguiente tal vez es más difícil que el anterior, hemos liberado nuestro país, pero debemos mantener esa libertad y debemos hacerlo en un mundo que cada vez es menos libre.
El Salvador ha dejado atrás su pasado, al que juramos nunca más volver. Tal vez sea demasiado tarde para evitar los tiempos oscuros que enfrenta nuestro mundo hoy, pero no es demasiado tarde para construir una arca y capear la tormenta.
Que Dios bendiga a la humanidad.
Muchas gracias.

Transcripción hecha por Nicky, desde la transmisión de la ONU
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