Rapto del Serrallo, Las bodas de Fígaro, Don Giovanni, son solo
algunas de las decenas de obras y óperas que Mozart continúo escribiendo.
Más adelante pudo realizar una
gigantesca gira de conciertos por Múnich, Frankfurt, Magunci y Mannheim.
Su espíritu inquieto y a pesar de su delicada salud en 1791,
seguía escribiendo ansiosamente partituras.
La flauta Mágica y la Clemenza di Tito,
le abrieron las puertas y empezó a trabajar para una persona desconocida
quien le encargó un Réquiem. Pero no se trataba de un desconocido,
era su propio yo, anunciando su muerte.
Algo confuso sucede allí y al parecer el conde de Walsegg
tuvo mucho que ver, para estrenar como suya dicho réquiem.