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Autor Tema: Homilías de San Romero 21 de junio_3 de julio de 1978  (Leído 4 veces)

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Homilías de San Romero 21 de junio_3 de julio de 1978
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Homilías de San Romero 21 de junio_3 de julio de 1978

CASSETTE No 3
DIARIO - del 21 de junio 1978 al 3 de julio 1978

MIÉRCOLES, 21 de junio de 1978



Dejé al Santo Padre un memorándum, en forma de una breve carta
para expresarle que ya estaba visitando los diversos dicasterios de Su San-
tidad y le explicaba que difícil resultaba cumplir el ministerio arzobispal
en la situación de mi país, tratando de ser fiel al magisterio actual de la
Iglesia. Le cuento también que mi información a Roma viene respaldaba
por documentos y publicaciones que reflejan esa situación, y, al mismo
tiempo, difaman a la Iglesia o se manifiestan en forma de solidaridad con
el Arzobispo. Testimonios que llegan de todas partes y, sobre todo, del
pueblo que me toca orientar. Y que todo ésto me da aliento para seguir en
mi trabajo pastoral como lo llevo. Le digo también, que lamento que las
observaciones que algunas secretarías han hecho a mi conducta pastoral,
parece que prevalece un criterio negativo, que coincide exactamente con las
fuerzas muy poderosas que allá, en mi Arquidiócesis, tratan de frenar y
desprestigiar mi esfuerzo apostólico. Pero, termino diciéndole que puede
estar seguro, Santo Padre, de mi fidelidad como al Sucesor de Pedro y de
mi seguimiento incondicional a su magisterio; ya que en esta fidelidad y
seguimiento he encontrado siempre el secreto y la garantía de caminar con
mi rebaño en pos del Espíritu del Señor. Esta carta la vi después entre los
papeles que llevaba el señor obispo Casaroli para dialogar conmigo en el
diálogo o audiencia de la Secretaría de Estado y noté que al pie de mi carta
había unas letras que sin duda eran del Santo Padre haciendo algunas
observaciones para que Monseñor Casaroli las tuviera en cuenta al platicar
conmigo.
Esta misma tarde del 21 de junio, de acuerdo con lo convenido con el
Padre Pedraz, nos pusimos en comunicación telefónica para informarle de
mis impresiones y de mis actividades en Roma en una grabación, que, sin
duda, fue pasada por YSAX ese miércoles 21 de junio.

JUEVES, 22 de junio
Para esta mañana tenemos la audiencia con la Sagrada Congregación
para la educación. Estuvo presente el mismo Cardenal Garrone, el Secreta-
rio, Monseñor Antonio Javierre y otro Monseñor. Se nos explicó cuál era el
origen de las dos cartas que a través de la Nunciatura han llegado en rela-
ción con el problema del Arzobispado y del Seminario. Hay un resumen de
esta audiencia, preparado por Monseñor Urioste que estuvo presente, lo mismo
que Monseñor Rivera Damas. La base de la plática fue la carta que yo dirigí
en repuesta a la Sagrada Congregación el 5 de junio y que yo traje personal-
mente. Pueden verse, pues, en el archivo tanto esta carta respuesta del 5 de
junio al Cardenal Garrone, como la breve acta que escribió Mons. Urioste
acerca de esta audiencia. Debo decir que nuestra aclaración fue muy útil
porque había muchas tergiversaciones de la verdad acerca de las relaciones
entre el Arzobispado, la Curia y el funcionamiento del Seminario San José de
la Montaña. Nos dimos cuenta de cosas muy desagradables que se han in-
formado a espaldas de nosotros y hasta se había llegado a pedir una visita
apostólica al Seminario y al Arzobispado. Lo cual ni la misma Sagrada Con-
gregación creyó oportuno, ¡Gracias a Dios! Esperamos que después de estas
aclaraciones se tenga un mejor respeto a la vida de la Curia Arzobispal de
San Salvador y a la propiedad que ella tiene en el lugar donde está instalada
actualmente, en el Seminario San José de la Montaña, que como ha sido
probado, pertenece en el aspecto material, como edificio, pertenece al Arzo-
bispado de San Salvador. Lo cual no quita el propósito de construir un ar-
zobispado independiente del Seminario cuando sea necesario. La Sagrada
Congregación para la Educación, pudo quedar bien informada de nuestra
buena voluntad y de las dificultades, a veces de emergencia, que surgen en
la vida de la diócesis y que afectan, naturalmente, al Seminario que está
enmarcado en esa vida de la Arquidiócesis.
Después visitamos a Monseñor Maximino Romero, Secretario de la Sa-
grada Congregación para el Clero. Fue una conversación muy amplia, muy
comprensiva y de muchas orientaciones para las relaciones con nuestros
sacerdotes. Le hablé también del problema de Quezaltepeque y prometió
enviar una declaración acerca de la situación del usurpador, Padre Quinteros.
Hablamos también del problema de los diez suspendidos, abogando por
ellos y dijo que ya se habían dado instrucciones al obispo de San Vicente
para resolver este asunto.
Fuimos a las doce a la Secretaría de Justicia y Paz, a la Comisión
Pontificia de Justicia y Paz, en el Palacio de San Calixto en Transtévere.
Ampliamente dialogamos con el Secretario, un Monseñor francés, muy
conocedor de la situación social y también de las situaciones de injusticias
y atropellos de nuestro país y nos dio orientaciones muy válidas en esa
conversación, en la que él se interesó mucho de la situación de nuestro
país.

VIERNES, 23 de junio
Se dejó más bien para trabajos personales, ya que además de los pro-
blemas conjuntos que traemos, cada uno trae también sus problemas espe-
ciales y así que este día viernes quedó para ello.

SÁBADO, 24 de junio
Las religiosas Oblatas al Divino Amor, que han sido muy atentas con
nosotros durante esta estancia en Roma, nos obsequiaron un bonito paseo
a Tívoli, que nos llevó todo el día. Aquellas fuentes pintorescas, aquel
ambiente de naturaleza, aquel recuerdo de tanta historia, resulta un verda-
dero descanso del espíritu en medio de los problemas en que se agita nuestra
pastoral. Al regresar fuimos a la Plaza Navona, de los más típico de Roma,
a tomar allí un "capuccino", como llaman en Roma al café con leche.
De paso, cuando íbamos para Tívoli, entramos a visitar la Basílica de
San Juan de Letrán; era su día, 24 de junio. Se cantaba la solemne segunda
Misa Pontificia! de Perozzi. Me trajo tantos recuerdos aquel coro y aquel
órgano y aquella iluminación en que refulgen los mosaicos de la vieja Basílica.
Y aquella muchedumbre, la humanidad actual, que se mueve a través de
siglos, en un presente siempre actual en la Iglesia. Un momento para re-
flexionar y entusiasmarse y ser un humilde fiel servidor de la Iglesia. San
Juan de Letrán es la Catedral del Papa y es la Iglesia Madre de todas las
Iglesias.

DOMINGO, 25 de junio
Fuimos a la Plaza de San Pedro a las doce del día para rezar con el
Papa el Angelus. Antes de esta oración a la Virgen, el Papa comentó el
emocionante episodio de un niño italiano, de nombre Mauro, no recuerdo
el apellido, de 11 años de edad, que al ver que secuestraban a su hermano
de 15 años, él se ofreció a los secuestradores, en lugar de su hermano
porque era enfermo y desde abril a esta fecha no se ha sabido nada, porque
el rescate que se pide es muy alto y la familia no alcanza a tanto. La madre
también se ha ofrecido. Y el Papa reclamaba contra esta ingratitud, al mismo
tiempo, que se hacía solidario de la familia y dirigía palabras de aliento y
de admiración para el pequeño Mauro, a quien llamó el Papa, "pequeño
cordero de bondad", que contrasta con la maldad de los hombres. Me llenó
de satisfacción esta denuncia del Papa porque coincide mi modo de predi-
car con este gesto de comprensión con el sufrimiento humano. Le doy gracias
a Dios de encontrar aquí una nueva motivación para seguir adelante en mi
trabajo pastoral.
Al mediodía, el señor embajador de El Salvador ante la Santa Sede,
don Prudencio Llach, nos obsequió un almuerzo en el Gran Hotel donde
está hospedado.
Por la tarde tuvimos una audiencia muy amplia con el Padre General,
Superior de los Jesuitas, Padre Arrupe, con quien analizamos los pasos que
se van dando en Roma y nuestra situación en El Salvador. Es ampliamente
comprensivo de que en la Iglesia hay corrientes muy diversas y que hemos
de tener conciencia de seguir como nuestra conciencia nos indica y tratar
de que el Papa esté bien informado de nuestra actuación y de nuestras
intenciones. El tiene mucha experiencia en las malas interpretaciones que
se suelen hacer de las obras de los jesuitas, experiencia que nos ha servido
a nosotros también para tener serenidad en los momentos de incompren-
sión y dificultad. Es un hombre muy santo y se ve que el Espíritu de Dios
lo ilumina para tener un espíritu tan abierto y tan comprensivo del mo-
mento. Nos ofreció de nuevo toda la colaboración de los jesuitas, como de
hecho, la estamos recibiendo.

LUNES, 26 de junio
Por invitación de Monseñor Miguel Buro, de la Sagrada Congregación
para los Obispos, asistí a conversar con él, que es el Secretario de esa
Congregación. Le entregué la repuesta de aceptación para ir como invitado
especial a Puebla. También le llevé la relación que hice para el Cardenal
Baggio, acerca de la entrevista que tuvimos la semana pasada. Monseñor
Buro insistió en sus conocidos conceptos de prudencia y de predicación
"meramente evangélica".
A las once de la mañana teníamos cita con el Cardenal Pironio. Fue un
gusto encontrar a este gran amigo de los Obispos de América Latina, ele-
vado al cargo de Cardenal Prefecto de la Congregación para Religiosos y
mantener siempre aquel espíritu de sencillez y de humildad, de amistosa
acogida, con que supo responder sabiamente a varias consultas que le hi-
cimos acerca de la vida religiosa, de las religiosas en el trabajo parroquial.
A lo cual se refirió cuando dijo que las religiosas con tal que cumplieran
bien estas tres cosas: Un amor a Jesucristo, una fidelidad a sus carismas y
un servicio bien adecuado a la Iglesia particular donde trabajan, están
desarrollando plenamente su vocación. Le pregunté también acerca de las
corrientes en la Iglesia y acerca de la celebración de la reunión de obispos
en Puebla. A todo supo darnos esa respuesta de apertura con que él ha
llevado siempre su palabra de orientación. El Cardenal Pironio, ya para
despedirnos, me dijo, cuando yo le dije que era acusado de ser instrumento
del comunismo en América Latina, me dijo: "No me extraña puesto que
hasta un libro han publicado con el título de "Pironio, Pirómano". Enton-
ces es herencia de todos los que quieren predicar la justicia social y la
promoción de nuestra América Latina.
También Monseñor Rivera y Monseñor Urioste hicieron una visita a la
Sagrada Congregación de Sacramentos para consultar especialmente sobre
la Confirmación, de lo cual Mons. Urioste extendió un breve memorándum.
Por la noche, a las seis y media, en la Secretaría de Estado nos recibió
Monseñor Casaroli. También acerca de esta conversación, muy interesante,
Monseñor Urioste escribió una pequeña acta, a la cual remito para breve-
dad de estas notas. En ella estuvieron presentes Mons. Rivera, Mons. Urioste,
el embajador ante la Santa Sede y este servidor.

MARTES, 27 de junio
Solamente una visita privada a Monseñor De Nicoló, que como ya dije
antes, es un gran amigo y con quien ahora, muy en privado y confidencial-
mente, platicamos varios aspectos que me han sido muy útiles.

MIÉRCOLES, 28 de junio
Como ya es un día sin compromisos especiales, dediqué la mañana
para ir de nuevo a la audiencia general del Santo Padre, confundido entre
el Pueblo. Me dio mucho gusto sentirme uno de aquellos cristianos que
venidos de diversas naciones del mundo esperan con tanta ansia ver al
Papa. Como es vigilia del día de San Pedro, fue una audiencia muy nutri-
da, muy alegre. Antes de la llegada del Papa, se oían cantos en todos los
idiomas y a la llegada del Papa el estruendo de los aplausos fue enorme.
El Papa se refirió a San Pedro, a su tumba, a su basílica y como todos
nosotros cristianos estamos allí muy cerca de la roca fundamental de la
Iglesia. Invitó a la fidelidad a esa Iglesia.

Llevé los objetos comprados para llevar de recuerdo con la bendición
del Santo Padre.
Por la tarde visita de la Madre María Castro Llerena, quien me aseguró
que mi petición para fundar allá una comunidad de adoratrices está avan-
zando y posiblemente después de la fundación de Panamá, que ya se está
haciendo, tocará su turno a El Salvador.
Después de la visita de la Madre Llerena y de la Madre Superiora
General de las Oblatas, me fui a San Pedro cuando estaban cantando las
vísperas del patrón San Pedro y San Pablo. Los dos son patronos de Roma.
También aquí el canto solemne de las vísperas, en un ambiente de fiesta,
una concurrencia universal, que llenaba el coro de la basílica, me ha traído
tantos recuerdos. Y ahí junto a la tumba de San Pedro, recé el credo de los
apostóles pidiéndoles al Señor la fidelidad y la claridad para creer y pre-
dicar esa misma fe del apóstol San Pedro.
Por la noche todavía nuestro paseo nocturno que hacemos con el Padre
Juan Bosco Estrada fue alrededor de la Plaza de San Pedro, recordando ahí
tantas cosas históricas que evoca el nombre de Pedro y de Pablo en Roma.

JUEVES, 29 de junio
Preparación del viaje de retorno. Visita a San Pedro. La misa solemne
de la mañana es impresionante, mucha gente entra y sale, llena la plaza y
las calles adyacentes, una verdadera fiesta patronal pero con un carácter
universal. Así como en nuestros pueblos las fiestas patronales dan cita a
todas las gentes de todos lo cantones y pueblos vecinos, esta fiesta de San
Pedro es ecuménica. En vez de cantones y pueblos, vemos aquí gente de
todos los países del mundo. Pero el espíritu es el mismo, una fiesta popu-
lar, una fiesta alegre, inspirada por la fe y la esperanza cristiana, unas
ventas, unas compras, un ir y venir de la gente, una alegría; lo que produ-
ce el estar en contacto con aquellos héroes que ya vencen y reinan en la
eternidad, mientras nosotros peregrinamos tratando de imitar sus ejemplos.
Por la noche salida para el aeropuerto y regreso a mi país. A pesar de
regresar a mi patria, siento nostalgia dejar a Roma. Roma es hogar para el
que tiene fe y tiene sentido de Iglesia. Roma es la patria de todos los
cristianos. Ahí está el Papa que es verdadero Padre de todos. Lo he sentido
tan cerca; voy tan agradecido con él que el corazón, la fe, el espíritu siguen
alimentándose de esta roca, donde la unidad de la Iglesia se siente tan
palpable.
Mañana 30 de junio, XV aniversario de la coronación del Papa, estare-
mos ocupados en viajes, en llegar a la patria, en desempacar maletas, etc.
Roma será siempre para nuestros corazones madre, maestra, patria.

JUEVES, 30 de junio
Este día amaneció para mí en el Aeropuerto de Madrid. Anoche, de las
ocho a las once de la noche, viaje aéreo de Roma a Madrid. A las dos de
la madrugada, partir para San Juan, Puerto Rico; San José, Costa Rica; y El
Salvador. La noche inmensamente larga sobre el océano. Un viaje sin nove-
dad, muchas reflexiones en la mente, muchos propósitos en el corazón;
regresamos después de haber estado tan íntimamente comunicados con el
Papa y la Santa Sede, a nuestra sede que la Providencia nos ha encargado.
Vamos recogiendo las impresiones, los diálogos, las recomendaciones; todo
lo bueno que el Papa y Roma dan a un obispo que quiere permanecer fiel
a la unidad de la Iglesia Universal.
La larga noche del viaje va amaneciendo en costas latinoamericanas y
hacia las nueve de la mañana llegamos al Aeropuerto de Ilopango, donde
una muchedumbre de gente buena me acoge con aplausos, con bienveni-
das; una entrevista de periodistas para explicarle que mi viaje a Roma ha
sido muy satisfactorio, para enviar saludos a todos los que usan de esos
medios de comunicación social, entre ellos una radio de Guatemala.
Mons. Revelo, Obispo Auxiliar, está entre los amigos que han venido a
recibirme y me comunica que hay una Misa preparada en Catedral para
darme allí la bienvenida y para que yo pueda saludar también al pueblo.
Me dirijo hacia la Catedral, celebro y a la hora del Evangelio, Mons. Revelo
dá la bienvenida con palabra muy eclesiástica y yo contesto narrando mis
impresiones de Roma, haciendo un llamamiento a trabajar, seguir, constru-
yendo esta Iglesia, agradecer al Papa sus palabras de aliento, sentirme con-
firmad en mi trabajo, en mi esperanza, en mis ideales, invitar a todos a
celebrar junto esta Santa Misa para iniciar una nueva etapa de vida pasto-
ral.
Esta predicación fue transmitida por radio; esta homilía ha sido repe-
tida en varios programas de este día y del día siguiente.

VIERNES, 1o de julio
Trato de sincronizar este cambio de tiempo que trastorna tanto el sue-
ño y la vida de trabajo. Por la mañana voy a dejar cartas que he traído de
religiosos para religiosos, para comunidades de nuestra Arquidiócesis. Entre
ellas visito Bethania de Santa Tecla; Oblatas al Divino Amor, el Colegio La
Sagrada Familia; Parroquia Centro América, Padres Josefinos, Padres Jesui-
tas. A todas estas comunidades he tenido el gusto de llevarles, personal-
mente, saludos de sus propios religiosos que viven en Roma.

Por la tarde, prediqué la Hora Santa que se predica el primero de cada
mes en la Capilla expiatoria del Hospital de la Divina Providencia.

DOMINGO, 2 de julio
La Misa de Catedral había sido ofrecida como homenaje al Papa y de
todas las comunidades de la Arquidiócesis, algunos también, sacerdotes,
religiosas, y sobre todo, laicos, llenaron por completo la Catedral, hasta
hubo necesidad de ocupar el coro. Fue una respuesta maravillosa al llama-
miento para celebrar el día del Papa. Conté mis impresiones de mi viaje a
Roma. Di testimonio de mi confirmación en el camino que vamos llevando
con la Arquidiócesis. He tratado de dejar la impresión de una robustez en
la fe, en la esperanza, en el amor, en la fidelidad al Papa. La gente aplau-
dió la homilía, así como también hubo aplausos muy cariñosos a la entrada
y a la salida de la Catedral. ¡Bendito sea Dios por el amor que nuestra
gente siente a sus pastores!

LUNES, 3 de julio
Entre las visitas, creo que la más impresionante hoy, ha sido la de la
señora de Matsumoto, el japonés que fue secuestrado desde el mes de mayo,
y del cual todavía no se sabe nada. Interpretada por el gerente de la fábrica
de tejidos INSINCA, manifestó su deseo de que le ayudara en el encuentro
de su esposo, que lo mencionara en alguna de mis homilías. Yo le ofrecí,
si le parecía, escribir una página en el diario y le pareció muy buena la
idea, que redactara y que ellos pegarían los campos en los periódicos. Dijo
que aunque ella no era cristiana ...
Dijo la señora de Matsumoto que aunque ella no era cristiana, quería
hacer una oración conmigo por su esposo. La presenté a la Madre Luz, la
cual le dirigió palabras de consuelo, y juntos fuimos a hacer la oración ante
el Santísimo, en la Capilla del Hospital. He pedido con mucha confianza en
el Señor que se resuelva esta angustia de la señora de Matsumoto.

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