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Autor Tema: Homilías de San Romero 11 de junio_17 de junio de 1978  (Leído 3 veces)

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Homilías de San Romero 11 de junio_17 de junio de 1978
« on: 22 de Diciembre de 2022, 10:27:54 pm »
Homilías de San Romero 11 de junio_17 de junio de 1978



DOMINGO, 11 de junio
Después de la Misa de Catedral, presidí la consagración de la bonita
Iglesia dedicada a San Antonio, en los Planes de Renderos, a cargo de los
Padres Franciscanos italianos. Fue una ceremonia con mucha profundidad
catequística y litúrgica, para el pastor una gran satisfacción compartir con
aquella gente tan buena, una mañana tan preciosa.
También de grandes satisfacciones pastorales fue la noche de claiusura
de Cursillos. Las señoras que habían oído por la mañana, en radio, mi
homilía de Catedral, se expresaron con palabras de mucha solidaridad y de
mucho aliento para seguir con la Arquidiócesis, una línea de pastoral de
acuerdo con la moderna mentalidad de la Iglesia.

LUNES, 12 de junio
Muy temprano de la mañana, de acue,rdo con la invitación de ayer,
acudieron los jóvenes que estudian filosofía, franciscanos, para tener una
entrevista conmigo. Hubieron preguntas muy interesantes, supe después
que habían llevado muy grata impresión y que habían considerado la en-
trevista como una verdadera clase de pastoral moderna. ¡Me alegro!.

Por la noche representantes del FAPU, una Organización Popular, vi-
nieron para presentarme su deseo de ayudar a la Iglesia, pero yo les adver-
tí mucho: "Sin peligro de manipularla". Ellos estuvieron de acuerdo y so-
lamente, dicen, que prestarán el auxilio, la ayuda, el apoyo a la Iglesia
porque respetando su autonomía, su independencia de toda agrupación
política, comprenden que la Iglesia es gran orientadora y estímulo para la
lucha liberadora del pueblo. Insistí mucho es esa autonomía de la Iglesia,
y como la Iglesia desde su perspectiva evangélica está de acuerdo y apoya
todas las iniciativas que tengan como objeto la justicia, el bienestar, la paz
de los hombres.

MARTES, 13 de junio
Este día de San Antonio no pude asistir a Soyapango a la fiesta patro-
nal, pero supliqué al Señor Obispo Auxiliar que fuera porque tenía que
presidir la reunión del Senado en la casa de las Hermanas Somascas, una
reunión que resultó muy útil y muy densa. En la casa de las Somascas recibí
también la visita del Señor embajador de Italia.
Mientras se celebraba la reunión de Senado asistió a una cita el emba-
jador de Italia, a quien atendí y quien expresó su deseo de colaborar con
la Iglesia, ya que él se profesa católico. El es un italiano inscrito en la
democracia cristiana, de la cual me habló ampliamente, comparando con el
partido del mismo nombre, aquí en El Salvador y ofreciendo que una de-
mocracia cristiana bien organizada sería de gran ayuda para los ideales
políticos, sociales de la doctrina de la Iglesia.

MIÉRCOLES, 14 de junio
La primera visita de esta mañana fue del señor Presidente de la Asam-
blea Legislativa, quien se profesa católico y ofrece a la Iglesia todos sus
servicios sin condiciones. Quiere prestar un buen servicio a su patria en ese
cargo tan importante. Conservé, expresé con sencillez y franqueza la posi-
ción de la Iglesia, los deseos y temores ante el gobierno. El expresó su
deseo de servir de intermediario, siempre que la Iglesia quisiera valerse de
él, de unos servicios que él ofrece incondicionalmente como católico.
Por la tarde, gratos momentos con el seminario de los somascos, junto
a La Ceiba, celebré la Santa Misa con los padres directores y después, en
la cena, compartimos inquietudes ya que los invité al diálogo y ellos expre-
saron preguntas muy interesantes. Se nota una inquietud juvenil para estar
al día en la pastoral de la Iglesia. Con unos números amenos, y con re-
flexiones muy de fondo transcurrieron rápido los minutos.
Me esperaban e,n el Hospital la Divina Providencia varios sacerdotes
de la Diócesis de San Vicente, a quienes su Obispo ha suspendido, para
valerse de mi viaje a Roma y pedirme el apoyo en su favor. Naturalmente,
yo les ofrecí hacer con caridad fraterna todo lo que esté a mi alcance en
esta penosa situación. Monseñor Aparicio, desde el viernes está en Roma.
Olvidaba recordar que el viernes recién pasado hice una visita de cor-
tesía al Señor Nuncio, quien se mostró muy atento y cordial.

JUEVES, 15 de junio
El la Curia varios sacerdotes y religiosas para expresarme sus mejores
deseos en mi viaje a Roma. Cosas muy simpáticas de comunidades Laicales
y aún de Comunidades que no son de la Diócesis, enviándole saludos al
Santo Padre, la Comunidad de la palma, donde se ha organizado los talle-
res de "La Semilla de Dios", le envían objetos típicos al Santo Padre. Así
como cartas de los seminaristas mayores de la Arquidiócesis y de algunos
elementos del laicado. Es conmovedor como nuestro pueblo ama al Santo
Padre.
En lo privado me he dedicado a organizar las cosas que hay que llevar,
y arreglar mi viaje. Mañana viernes, a las ocho hay que estar en el Aero-
puerto y tomar el avión de Iberia rumbo a España y a Roma. Cuento con
muchas oraciones, me han dado seguridad de estar muy unidos espiritual-
mente conmigo sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles y espero que esta
comunión con el Santo Padre será de mucho provecho para nuestra Iglesia.

SÁBADO, 17 de junio
A las ocho de la mañana en el Aeropuerto han asistido algunos sacer-
dotes y varias personas amigas para despedirnos. Voy junto con Monseñor
Rivera y con Mons. Urioste. El viaje ha sido muy placentero, una hora de
vuelo a San José, Costa Rica, después cuatro horas a San Juan, Puerto Rico,
y de ahí siete horas hasta Madrid. En Madrid, después de una pausa de
unas tres horas, en tres horas estábamos en Roma.
Las hermanas Oblatas al Divino Amor nos esperaban porque desde San
Salvador había avisado la Madre Scarglietti, una atención que mucho agra-
dezco. Nos hospedamos en el Pensionato Romano y después de un tiempo
de descanso -ésto ya era el sábado al mediodía-, por la tarde fuimos a
visitar la Iglesia de San Pedro. Junto a la tumba del primer Papa he orado
intensamente por la unidad de la Iglesia, por el Papa, por los obispos y por
toda la Iglesia Universal, especialmente por nuestra Arquidiócesis, enco-
mendándole a San Pedro los intereses de nuestra Iglesia y el éxito de este
diálogo con la Santa Sede.
Después visitamos la Casa Generalicia de los jesuitas, donde pudimos
saludar al Superior General, Padre Pedro Arrupe, muy amable y muy ge-
neroso nos ofrece todos los servicios de la Compañía de Jesús. Nos señaló
algunos sacerdotes con quienes podíamos platicar y que nos podían prestar
toda la ayuda necesaria.
Regresamos al Pensionato donde un sueño intenso y una buena noche
nos han recuperado el cambio de hora, que trastorna, ciertamente, la pobre
naturaleza humana.

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