LAS BOTINAS BLANCAS
Y soñó la niña
de faz demacrada
que a pedirle auxilios
a la virgen santa.
Una noche oscura
salió de su casa;
que había en la senda
por la que marchaba.
Lodazales turbios
y engañosas charcas;
y que al ir por ella
mucho le costaba
conservar sin fango
sus botinas blancas.
Que al fin llegó al templo
y al pisar su entrada
hacia las baldosas
en que se apoyaba
llena de temores
bajó la mirada
y sus zapatitos
encontró sin mancha.
A los pocos días
en la triste estancia
se cumplía el sueño
de la niña pálida.
Moría sonriendo
y en el cielo entraba
sin haber manchado
sus botinas blancas.