"No te burles, amiga”, respondió muy humilde el roble.
"Recuerda que lo importante no es crecer de prisa, sino con
firmeza “.Entonces la hiedra lanzó una carcajada burlona.
Y el tiempo siguió su marcha. El roble creció con su ritmo
firme y lento. Las paredes de la casa envejecieron.
Una fuerte tormenta sacudió con un ciclón la casa y su jardín.
Fue una noche terrible. El roble se aferró con sus raíces
para mantenerse erguido.
.
La hiedra se aferró con sus ventosas al viejo muro para no
ser derribada. La lucha fue dura y prolongada.
Al amanecer, el dueño de la casa recorrió su jardín, y vio
que la hiedra había sido desprendida de la pared y estaba
enredada sobre sí misma, en el suelo, al pie del roble.
Y el hombre arrancó la hiedra, y la quemó Mientras tanto el
roble reflexionaba:” Es mejor crecer sobre raíces propias
y crear un tronco fuerte que ganar altura con rapidez,
colgados de la seguridad de otros. "